Francia Márquez y Marelen Castillo, son las candidatas afrodescendientes que aspiran a la vicepresidencia de Colombia

Las candidatas a la vicepresidencia de Gustavo Petro y Rodolfo Hernández tienen algunas cosas en común: son mujeres, afrodescendientes y ajenas al sistema político. Pero sus diferencias son enormes.

  • Francia Márquez

Francia Márquez nació hace 39 años en Suárez, Cauca, un municipio en el suroccidente colombiano golpeado por el narcotráfico, la minería ilegal y el conflicto armado.

Empezó su lucha medioambiental a los 15 años. Su primera gran batalla política fue oponerse a un proyecto para la desviación del río Ovejas -crucial para la supervivencia de miles de indígenas y afrodescendientes de la región- hacia una represa.

La movilización contra las mineras tuvo efecto y el proyecto se canceló. Luego participó en otras campañas contra lo que ella denomina «la economía extractiva». Su rol le valió el premio Goldman, conocido como el Nobel del Medio Ambiente.

«(La movilización) fue la primera vez que yo escuché, siendo una niña afrodescendiente, que nosotros teníamos derechos», le dijo Márquez a la BBC en una entrevista en 2018.

«Derechos colectivos a definir en términos de lo que queríamos para nuestro territorio y lo que queríamos en términos de nuestro desarrollo».Esta lectura del territorio nacional, de la economía y de los derechos ha sido lo que Márquez, siempre vestida de los colores llamativos que conectan con su ascendencia afrocolombiana, le ha inyectado a la campaña de Petro.

«Francia logró lo nunca visto», decía esta semana la escritora feminista Catalina Navas en Twitter. «Las mujeres vamos a votar primero por su candidatura a la vicepresidencia, y luego, en segundo lugar, por su fórmula presidencial».

Los críticos acusan a Márquez de haber recibido subsidios del Estado cuando sus críticas sobre el asistencialismo estatal son vehementes. También ha sido cuestionada por sus visión la economía socialista y por el uso del lenguaje incluyente.

Ella ha calificado las críticas como «intentos de pisotear su nombre». Defiende sus posturas feministas y le mandó «un abrazo ancestral» a la famosa cantante que le dedicó un comentario racista.

  • Marelen Castillo

Marelen Castillo Torres nació hace 57 años en Cali, la tercera ciudad del país, cerca de la costa Pacífico.

La mayor de cinco hermanas, Castillo pasó su niñez en un barrio de clase media al norte de Cali. Su madre es una modista afro de Buenaventura, la capital de la costa Pacífico, y su padre un funcionario público.

La vida de Castillo se ha desarrollado en esa delgada frontera entre la educación y la religión. Estudió en un colegio católico y su último empleo antes de entrar a la política fue en una universidad católica.

Licenciada en biología y química en la Universidad Santiago de Cali, durante 11 años fue profesora en su antiguo colegio. También estudió ingeniería industrial en la Universidad Autónoma de Occidente, administración en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y tiene un doctorado en educación en la Universidad de Nova Southeastern, en Florida, Estados Unidos.

En 2007, se mudó a Bogotá y entró a la Corporación Universitaria Minuto de Dios, Uniminuto, una prestigiosa entidad católica. Allí tuvo varios cargos hasta que llegó a ser vicerrectora. Su gran proyecto fue conectar a la universidad con instituciones extranjeras y diseñar sofisticados programas de educación a distancia, hoy su especialidad.

Castillo llegó a la campaña de Hernández sin conocer al candidato. Se postuló con su hoja de vida y fue la escogida por la campaña porque representa a ese colombiano del común, pujante y trabajador y exitoso, que Hernández busca representar y llevar a la Casa de Nariño.

«Necesitamos un país educado que encuentre otras opciones de vida, unas rutas de formación que generen empleo, emprendimiento, y que a todos aquellos que estén delinquiendo les generen otras oportunidades para tener una calidad de vida digna», dijo Murillo en un debate en Semana.

Las diferencias entre Castillo y Márquez son grandes: una es urbana y la otra rural; una es de derecha y la otra de izquierda. Las dos son afrodescendientes, pero no le dan al tema la misma simbología ni trascendencia. Las dos, en todo caso, son mujeres que representan un cambio inédito para Colombia. Pero son cambios distintos. Y eso es, al final, lo que terminará definiendo la presidencia.

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